martes, 5 de octubre de 2010

5 de octubre de 1988

El 5 de octubre de 1988 yo tenía 3 años y 10 meses... sí, exactos. Probablemente esa fecha sea la equivalente a mis recuerdos más antiguos de la infancia. Recuerdo las tardes de domingo junto a mis papás, ellos escuchando Inti Illimani o Quilapayún, y yo construyendo imponentes castillos con las cajas de los cassettes que dejaba repartidos en el living de la casa.

Mi mamá confeccionaba chapitas del NO con el arcoiris y yo la miraba. "¿Para qué son?", le preguntaba. "Para que puedas crecer en libertad, hijo", me respondía con la ternura que sólo una madre puede ofrecer.
A mis cortos 3 años y 10 meses me vi en medio de marchas y protestas saliendo desde la Escuela de Filosofía de la Universidad de Concepción. También vi a mi papá dejando la comodidad de una aparente clase media para ir a las poblaciones y organizar a la gente, ofreciendo acalorados discursos y saliendo ovacionado entre la multitud. Imposible olvidar las salidas a pasear en el Suzuki Fronte '87, en las que más de alguna vez tuvimos que arrancar por quedar en medio de una multitud que arrancaba de Carabineros. Y yo sólo tenía 3 años y 10 meses.
Ese 5 de octubre, extrañamente la televisión seguía transmitiendo monos animados hasta muy tarde, pero yo distrutaba Mientras, mis papás conversaban agitados. Pero cuando acabó el capítulo del Correcaminos, un extraño personaje apareció en TV hablando de no se qué. De inmediato mis papás se fundieron en un eterno abrazo con varias lágrimas fugitivas. Todos al Suzuki Fronte '87 otra vez... La consigna "Chile... la alegría ya viene", se repetía con más frecuencia. Multitud en las calles y banderitas chilenas.
Con los años comprendí lo que significaba el momento que había vivido. Con los años me di cuenta que mis primeros 3 años y 10 meses de vida, los había vivido bajo una dictadura. Pero más tristemente... con los años me di cuenta que la alegría prometida nunca jamás llegó.

@hijodelapauta

1 comentario:

Anónimo dijo...

notable!!!

aun se espera aquella alegría... apuesto que mis padres (que quizás en aquel momento hubiesen dicho SI), ahora ríen y bromean con "y la alegría nunca les llegó!"...

Crecí en familia facha/momia o como le quieran llamar ahora, sin embargo esa familia no compartía pensamientos Pinochetistas-extremos (para llamarles de algún modo), aunque sé que mi padre justifica de alguna forma que determinados hechos se pueden aceptar incluso ahora, mientras mi madre guarda silencio al respecto.

En casa de mi abuela había una imagen de Pinochet (mi abuela si que adoraba a ese sujeto!), y todos me bromean ahora cuando recrimino actos injustos, y me dicen: "Claro, pero cuando eras chica, lo alababas y decías Pinochito! Pinochito!"... eso se llama no saber! Sin embargo, y para retomar la idea, la promesa que aquellos "otros" hicieron aun parece una deuda.

Me llama la atención eso del "mal menor", pues de ese modo es como muchos evaluamos el suceso. Como el daño menos doloroso o la cuenta con intereses más bajos. Pero, serán los intereses más bajos ahora después de 20 años? no lo creo.

Parece estuve mezclando las cosas ya hasta este punto. Pero leer esta entrada me dio la posibilidad de explayar más de una opinión al respecto. Y tengo otras cuantas más que comienzan en lo mismo, sólo que escasa relación tienen con el tema central de tu entrada.

Me pregunto... ahora a quién es preciso cobrar esa promesa? ("la alegría ya viene").

saludos!

Publicar un comentario