lunes, 5 de julio de 2010

MIOPÍA - TERCER CAPITULO: LOS PARIENTES


Recuerdo “con cariño” aquellas reuniones familiares en que los mayores compartían sus puntos de vista. La familia reunida en el comedor tomando once. Mi Papá y mí Tía, su hermana, monopolizando la conversación.

Debatían de política, de temas contingentes, muy importantes para nuestras vidas…que para mí, a esa edad, era una conversación en alguna de las lenguas muertas que manejaba mi Padre.

Mientas él lentamente revolvía la taza tenia una encendida discusión junto a mi Tía que pegaba suspiros y miraba al cielo con cara de frustración, muy pocas veces se ponían de acuerdo. Mientras el resto de los comensales en silencio sepulcral, yo a esa altura ya iba en mi séptimo sueño, justo ahí mi Padre me dice con cara inquisidora ¿Qué opinas Remigio? Y yo que no había entendido nada me voy a la segura y respondo: ¡Si, de todas maneras, totalmente de acuerdo! El silencio en ese instante fue abrumador en tiempo real habrán sido unos 5 segundos, pero en tiempo niño es como si no me hubiesen dirigido la palabra en mucho tiempo. A lo que mi Tía remata: ¿Pero como se te ocurre? ¡Y yo pensaba que tenía un sobrino inteligente!

Uno de mis mejores amigos es mi Primo, el Cabezón, desde niños compartíamos ciertas aficiones por algunos programas de TV. y uno que otro cómic, pero creo que la anécdota mas notable junto a él fue cuando a los 18 años decidimos ir un verano de viaje a dedo hacia el sur. El Recorrido sería desde Talca hasta Chiloé, nuestra gran aventura, donde estaba prohibido tomar bus para trasladarse, nuestro pasaje era nuestro pulgar.

Recuerdo que en el trayecto mientras hacíamos dedo para un camión rojo. Conducido por un camionero, mal aspecto que masticando chicle nos dice: ¿Pa’ onde van cabros?.

Para donde nos pueda llevar poh, compadre. – Responde el Cabezón.

Camionero cuan rumiante aún masticando chicle nos preguntaba: ¿y? Andan con algo pa’ la mente... ¡Yo siempre subo a mochileros por que siempre andan con yerbita!

- Mi Primo y yo sonreímos algo nerviosos.-

Y ¿se saben algún chistecito?, yo los únicos se me son de un camionero que se viola a los mochileros, Jajaja.

- Nos miramos asustados. –

Miren cabros, yo a este tonto (el camión) lo conozco como si fuera mi señora. Le se todas sus mañitas...miren ¡sin manos!

El camión se dirige a toda velocidad al sur y el chofer con cara de loco sin parar de masticar chicle nos muestra como puede manejar sin manos, saca el manubrio y pega una carcajada de maniático.-

Yo: ¡Conche tu madre! (asustado)

Mi Primo (tratando de afirmarse de donde sea): ¡cagamos weón!

Camionero: ¡Jajajajajaja!

Horas más tarde el camión se detiene bajamos con nuestras mochilas. Caminamos por la carretera hasta llegar a un camping de mochileros. Instalamos la carpa y prendimos fuego, mientras tomábamos mate al lado de la fogata se acerca un par de chicas a conversarnos.

Chica 1 (hablando con la “sh” bien marcada): ¡Hola chiquillos!, ¿como están? ¿De donde vienen?

Primo: De Talca y ¿ustedes?

Chica 2: De chuquicamata, pa’ llá bien pal’ norte de allá venimos nosotras.

Yo: ¡Aaah!, re lejos

Chica 1: ¿Saben chiquillos?, nosotras veníamos haciendo dedo y nos bajamos por aquí cerca y así “como que de curadas”, nos robaron las carpas y los sacos.

Primo: Puta que mala, pero quédense aquí al lado de la fogata. ¿Quieren matecito?

Las chicas se acomodaron alrededor de la fogata, todos conversamos y tomamos mate.

Chica 2: …los vimos que tenían caleta de leña, queríamos “pelársela”, pero después dijimos igual se ven tela y vinimos pa’ ca. Todos reímos.

Yo: Ya cabezón, yo me voy a acostar, apaguen el fuego después.

Chica 1 (con cara insinuante, mascando chicle): ¿Cabezón? ¿y por que te dicen así?

Chica 2 (a mí): y ¿pa´onde vai tú?

Bueno, creo que pueden imaginarse que fue lo que pasó… ¿No es obvio? ¿Noche, fogata. Las carpas desde afuera moviéndose?…no, no es tan obvio, resulta que las tipas estas nos amarraron dentro de la carpa y se llevaron nuestras cosas, al día siguiente unos lugareños nos desataron y nos prestaron algo de dinero y pudimos volver a nuestras casas, la aventura del mochilero y los viajes a dedo había terminado.

Texto e Ilustración: El Paulo

No hay comentarios:

Publicar un comentario