martes, 6 de julio de 2010

Nostalgias de Chile (Costumbres de viaje)

Si han tenido la suerte de viajar en uno de nuestros buses inter-provinciales (particularmente en aquellos de cierta vetustez), espero hayan gozado del inefable placer de orinar en sus baños. Probablemente me dirán que estoy loco, puesto que no hay absolutamente nada de agradable al ingresar a esos cubículos, muchas veces insoportables por su olor a desechos, fruto de repetidas descargas líquidas menores o alguna infaltable, impertinente e irreprimible cagada, a pesar de las consabidas advertencias. Inconvenientes aparte, paso a describir el procedimiento a seguir[1]: levántese del asiento y diríjase hacia el baño, con ambos brazos alzados (como detenido por la policía) para mantener el equilibrio y evitar tumbos provocados por el movimiento del vehículo. Al llegar a destino golpee la puerta para cerciorarse de no importunar a nadie. Si el baño está vacío, entre y cierre la puerta asegurando el pestillo. A continuación, abra deslizando la ventana (si es de corredera, claro) y respire hondo, “costo-abdominalmente” nos diría un cantante. Relájese y apoye sus omóplatos (sólo éstos) contra la pared. Olvídese de miradas indiscretas (de pasajeros de otros vehículos si es que nuestro bus los adelantara durante nuestra operación). Finalmente, desabroche su pantalón, dirija bien sus acciones, de modo de no salpicar indebidamente fuera del receptáculo y durante todo ese lapso de tiempo simplemente disfrute del viento que entra generosamente y sobre todas las cosas, admire el paisaje que se presenta gratuito y en movimiento.

Un chileno en París.



[1] Nota : instrucciones adaptadas a la morfología masculina.


No hay comentarios:

Publicar un comentario