
Mi Madre siempre fue mí mayor consejera, quién me aterriza, ella cuenta que antes que supiera que estaba embarazada había tenido un sueño en donde tenía un hijo con mi nombre…
¿Remigio? ¿Qué clase de nombre es ese? …bueno pudo ser peor…me pude haber llamado Federico…por que no habría faltado quien le encontraría rima a ese nombre.
Mi vieja fue profesora de Biología muy bien calificada y querida por sus alumnos…eso hasta que llegaron unos señores uniformados. Ella me cuenta que los militares llegaron a la casa y quemaron libros valiosísimos entre ellos unos de física de mi viejo por ser de editorial MIR, que irónicamente en ruso significa PAZ.

Muchas veces sirvió de orientadora de sus alumnos y esa forma de ser me hizo acercarme más a ella cuando algo me afectaba, creo que por eso nunca fui a un psicólogo.
Lo único que podría decir que detestaba de ella eran sus amigas. Cada vez que iban a la casa, por más que quisiera esconderme, ellas me interceptaban de algún modo y siempre eran las mismas frases: Mira que tierno niñito, Oh!!! Y mira si es rubiecito, si cuando crezca será todo un galán con esos ojitos verdes. Al día siguiente en la consulta del médico la sentencia fue horrible: Miopía y astigmatismo, ¡¡¡LENTES!!!
Como crecí entre adulaciones de esas extrañas personas grandes me sentía demasiado seguro de mi mismo…mi confianza no prosperó al mirarme al espejo con esos lentes gruesos, no lo podía creer.
¡Clark Kent era un pelmazo!…pero si quería sobrevivir a la tragedia debía transformarme en Superman…Sobretodo si quería enfrentarme a uno de mis mayores descubrimientos a esos cortos pero intensos 10 años ¡Las mujeres!
Texto e Ilustración: El Paulo
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